(parte 1 de 2): introducción
El Islam es la enseñanza revelada al Profeta Muhámmad, la continuación y culminación de las religiones reveladas anteriormente, y es igual para todas las personas y todas las épocas.
El status del Islam es probado por numerosos hechos sobresalientes.
Primero, no existe ningún otro libro semejante a aquél en el que fue revelado el Islam.
Segundo, ninguna otra religión es guía válida para todas las personas en todo tiempo y lugar. El Islam provee una guía para toda la humanidad, en toda época. El Islam resistió catorce siglos de pruebas, mostró al mundo el ejemplo de un Estado de derecho sobresaliente en Medina, bajo el liderazgo del Profeta Muhámmad.
Es un milagro que el Profeta Muhámmad entregara el mensaje del Islam, aún a sus enemigos más acérrimos, sin contar con los medios materiales que comúnmente se esperaría que posea una persona que se enfrenta a una tarea tan formidable.
Cuando el Profeta Muhámmad recibió la orden de predicar el Islam, enfrentó una sociedad de adoradores de ídolos, que seguían ciegamente el paganismo de sus antepasados, que se enfrentaban en guerras tribales, gente que pisoteaba la dignidad humana y derramaba sangre por las razones más triviales; y sin embargo el Profeta los educó en el Islam y los disciplinó.
El Islam suplantó la jerarquía tribal, estableciendo que sólo por los méritos propios una persona es superior a otra, y que todos poseen honor.
El Islam transformó la vida cultural, social y comercial, estableciendo leyes básicas acordes a la naturaleza humana, y aplicables en todo lugar y en toda época.
Es un hecho infortunado que el Occidente cristiano, en lugar de intentar entender el éxito fenomenal del Islam durante su época temprana, lo consideró como la religión rival. Durante los siglos de las Cruzadas, esta tendencia ganó mucha fuerza y se produjo gran cantidad de literatura para empañar la imagen del Islam. Pero el Islam actualmente se presenta ante muchos estudiosos occidentales como algo excepcional en la historia de la humanidad, y se hace evidente la verdad a la que no puede permanecer ajeno el erudito, a pesar de las opiniones extrañas que emitieron y emiten algunos orientalistas supuestamente imparciales.
En este punto, es necesario resaltar la verdad frente a las opiniones infundadas de algunos escritores parciales. La verdad no necesita que ningún abogado suplique en su nombre, pero la propaganda maliciosa contra Islam ha creado una gran confusión, incluso en las mentes de muchos pensadores objetivos.
Tenemos la esperanza de que algunas observaciones al respecto iluminen sobre la verdad y permitan una evaluación objetiva del Islam.
Dijo el Reverendo Taylor, en el discurso que leyó ante el Congreso de la Iglesia de Walverhamton, el 7 de Octubre de 1887, citado por Arnond en La Prédica del Islam, páginas 71-72:
«Él (Islam) reemplazó la vida monástica por la virilidad. Dio esperanza al esclavo, hermandad a la humanidad y el reconocimiento a las necesidades fundamentales de la naturaleza humana”.
Dijo Sarojini Naidu, en las Conferencias sobre «Los Ideales del Islam» (ver los Discursos y Escrituras de Sarojini Naidu, Madrás, 1918, pág. 167):
“El sentido de justicia es uno de los ideales más maravillosos del Islam, porque cuando yo leí el Corán encontré estos principios dinámicos de vida, no tanto místicos, sino principios de ética práctica de la conducta diaria para la vida satisfactoria del mundo entero”.
Dijo O’Leary en “La encrucijada del Islam” (Londres 1928, página 8):
“La historia muestra con claridad que la leyenda de musulmanes fanáticos que, a través de un Islam imperialista y prepotente, pretenden someter por medio de la espada a las razas conquistadas, es uno de los mitos más absurdos que los historiadores han repetido».
Dijo H.A.R. Giba en “Blanqueando el Islam” (Londres 1932, página 328):
“El Islam tiene el servicio más maravilloso para brindar a la causa de la humanidad. Posee una tradición magnífica de comprensión interracial y de cooperación. Ninguna otra sociedad tiene tal registro de éxito uniendo en una igualdad de estado, de oportunidad y de esfuerzos las tantas y tan variadas razas de la humanidad… el Islam todavía tiene el poder para reconciliar elementos aparentemente irreconciliables de raza y tradición. Si alguna vez la oposición de las grandes sociedades del Este y del Oeste fuera a ser reemplazada por la cooperación, la mediación del Islam es una condición indispensable. La sensación hostil de Europa hacia el Islam, sólo es producto de mentiras. Si ellos se unen, se abre la esperanza de grandes soluciones. Pero si Europa, rechazando la cooperación del Islam, arroja a los musulmanes en los brazos de sus rivales, el resultado sólo puede ser desastroso para todos».
Dijo G.B. Shaw, en “El Islam genuino”, Vol. 1, No. 81936:
«Yo siempre he tenido a la religión de Muhámmad en alta estima, debido a su vitalidad maravillosa. Es la única religión que parece poseer la capacidad de ser perfectamente aplicable en toda época. He estudiado a Muhámmad, un hombre maravilloso, y en mi opinión esta muy lejos de ser un anti-Cristo, debe considerárselo el Salvador de la humanidad. Yo creo que si un hombre como él fuera a asumir el gobierno del mundo moderno, tendría éxito resolviendo sus problemas y traería paz y felicidad: Yo he dicho sobre la fe de Muhámmad que sería aceptable a la Europa de mañana, como está empezando a ser aceptable a la Europa de hoy».
(parte 2 de 2): Más aclaraciones
Dice A.J. Toynbee en “la Civilización puesta a prueba” (Nueva York, 1948, pág. 205):
«La extinción de la conciencia de “raza” entre los musulmanes es uno de los logros más sobresalientes del Islam, y en el mundo contemporáneo existe una urgente necesidad de propagar esta virtud islámica”.
Dice A.M.L. Stoddard en “Islam – La Religión de Todos los Profetas” (Begum Bawani Waqf, Karachi, Pakistán, pág. 56):
«El surgimiento del Islam es quizás el evento más asombroso en la historia humana. Surgió de una tierra y unas personas hasta entonces insignificantes. El Islam se extendió en menos de un siglo por la mitad de la tierra, venciendo grandes imperios, derrocando religiones por mucho tiempo establecidas, reformando las almas de la gente y construyendo un nuevo mundo en todos los aspectos: el mundo del Islam”.
“Cuanto más minuciosamente examinamos este desarrollo, se nos presenta más extraordinario. Las otras grandes religiones ganaron sus adeptos lentamente, con muchos obstáculos y, finalmente, sólo triunfaron con la ayuda de monarcas poderosos convertidos a la nueva fe. La Cristiandad tenía su Constantino, el Budismo su Asoka, y el Zoroastrianismo su Ciro, cada uno de ellos prestó a su culto escogido la fuerza de la autoridad secular. No ocurrió esto con el Islam. Surgió de pronto en una tierra desértica habitada por una raza seminómada, previamente mediocre en los anales humanos. Allí surgió el Islam, con conceptos totalmente revolucionarios sobre la dignidad del ser humano y regulaciones contra las desigualdades materiales. El Islam se extendió con una facilidad aparentemente milagrosa, y en un par de generaciones se vio la media luna llevada victoriosa de los Pirineos al Himalaya, y del desierto de Asia Central a los desiertos de África Central”.
Dice Edward Montet en «La Propaganda Chretienne it Adversaries Musulmans» (París, 1890), citado por T.W. Arnold en “Predicando el Islam” (Londres, 1913, pág. 413-414):
«El Islam es una religión que es esencialmente racionalista en el sentido más amplio de este término, considerando los aspectos etimológicos e históricos. La definición de racionalismo, como un sistema que se basa en la creencia religiosa de acuerdo a principios comprensibles por la razón, encaja exactamente en él… no puede negarse que tanto a las doctrinas como a los sistemas de teología se han unido muchas supersticiones: el culto a los santos, el uso de amuletos; pero el tronco principal del credo musulmán sigue intacto. En cada sentido del término, las enseñanzas del Profeta y el Corán han guardado invariablemente su lugar como el punto de partida fundamental, y el dogma de la unicidad de Dios siempre se ha proclamado sin dudas, con una majestuosidad, una pureza invariable y una nota de convicción y seguridad que se encontrará difícilmente fuera del ámbito del Islam. Esta fidelidad al dogma fundamental de la religión, la simplicidad elemental de la fórmula en que se enuncia, la convicción férvida de los misioneros que lo propagan, son las causas para explicar el éxito de los esfuerzos misioneros musulmanes. Un credo tan preciso, que sin despojarse de complejidades teológicas se explica sencillo y, consecuentemente, es accesible al entendimiento común, posee un poder maravilloso para ganar su lugar en las conciencias de los hombres».
Dice W. Montgomery Watt en “Islam y Cristianismo hoy” (Londres, 1983, p.IX):
«Yo no soy un musulmán en el sentido usual, aunque espero ser un «musulmán» si se entiende esta palabra como quien «se ha rendido a Dios», pero yo creo en que el Corán y otras expresiones de la visión islámica son exposiciones claras de la verdad divina, de las cuales yo y otros occidentales todavía tenemos mucho para aprender, y el Islam es ciertamente un contendiente fuerte al proporcionar el armazón básico de la religión del futuro”.
Paul Varo Martinson (editor), en “ISLAM, Una Introducción para Cristianos”, dice (Augsburgo, Minneapolis, 1994, pág. 205):
«El Islam es una fe auténtica que forma al más profundo ser de nuestros vecinos musulmanes y determina su actitud en la vida. La fe islámica es generalmente más fuerte que la fe cristiana en este Occidente, la cual ha experimentado una secularización considerable. Sólo somos justos con la población islámica cuando los entendemos en su modo de ser religioso y los respetamos como una comunidad de fe. Los musulmanes se han vuelto compañeros importantes”.
John Alden Williams (editor), “ISLAM al descubierto” (George Braziller, Nueva York, 1962):
«El Islam es mucho más que una religión formal: es un estilo de vida íntegro. De muchas maneras, es un factor más determinante en la experiencia de sus seguidores que cualquier otra religión del mundo. El musulmán («quien se entrega a Dios») vive cara a cara con Dios en todo momento, y no introducirá ninguna separación entre su vida y su religión, su política y su fe. Con su énfasis fuerte en la hermandad de los hombres que cooperan para cumplir la voluntad de Dios, el Islam se ha vuelto una de las religiones más influyentes en el mundo actual».
Dice John L. Esposito en “ISLAM, The Straight Path” (Oxford University Press, New York, 1988, pág. 3-4):
«En el Islam están de pie una larga línea de tradiciones religiosas y proféticas que comparten un monoteísmo inflexible y la creencia en la revelación de Dios, Sus profetas, la responsabilidad ética y el Día de Juicio. De hecho, los musulmanes, como los cristianos y judíos, son descendientes de Abraham. El entorno religioso histórico del Islam y la relación política con el Cristianismo han permanecido fuertes a lo largo de la historia. Esta interacción ha sido la fuente de beneficios mutuos, provechosos intercambios, así como de malentendidos y choques violentos».