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Una ola de conversiones
Si eres cristiano, la idea de que Jesús, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, practicó la misma fe (el Islam) a la que los noticieros de hoy día hacen responsable de tantos problemas del mundo, puede parecerte inverosímil. A mí me pareció inverosímil cuando supe de ello por primera vez, antes consulté a fondo los evangelios. Debes saber que muchos, muchos cristianos contemporáneos han llegado a conclusiones respecto al mensaje del Evangelio y su relación con el Islam, que han cambiado sus vidas.
“Hay evidencia anecdótica interesante del aumento en las conversiones al Islam desde el 11 de septiembre, no solo en Inglaterra, sino por toda Europa y Estados Unidos. Un centro islámico holandés asegura que se ha multiplicado por diez, mientras que el Proyecto Musulmanes Nuevos con base en Leicester y operado por una ama de casa irlandesa, excatólica romana, reporta un torrente continuo de nuevos conversos”. (London Times, enero 7, 2002.)
Los principales medios de comunicación nos ignoran
Los medios noticiosos occidentales rara vez comparten con el mundo las historias de estos individuos conversos al Islam, pero sospecho fuertemente que mucha de esa gente —si son como yo— se encontraron al final del día, preocupados sobre las consecuencias de llamar “Señor” a Jesús sin obedecer sus instrucciones… descubriéndose a sí mismos más preocupados por ello, de hecho, que por cualquier tema geopolítico de cobertura mediática.
Este tipo de preocupación hace que la gente cambie sus vidas.
El reto de Q
Hablando a título personal, yo cambié mi propia vida puesto que no pude ignorar las implicaciones de los pasajes individuales auténticos del evangelio que muchos eruditos de hoy día (que no son musulmanes) creen son la información más antigua disponible.
Estos dichos, que conforman un texto reconstruido conocido como Q, pueden encontrarse todos en el Nuevo Testamento. Ellos indudablemente son lo más cercano que jamás seremos capaces de estar de una tradición oral auténtica que refleje los verdaderos dichos de Jesús, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él.
Q confirma el Islam
Si Q es algo nuevo para ti, debes saber lo que los mejores eruditos del Nuevo Testamento saben ahora: que los eruditos de hoy día han identificado ciertos pasajes del evangelio como no solo instructivos, sino históricamente más relevantes que otros pasajes. Esta investigación ha llevado a algunas discusiones fascinantes entre los eruditos (y a comparativamente menos lectores legos).
Creo que los versículos Q tienden a confirmar la representación islámica de Jesús como Profeta humano con un mandato divino, esencialmente indistinguible del de Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él.
Un Profeta humano
Yo no desarrollé la teoría de Q. Se ha ido desarrollando durante años. Los clérigos y teólogos cristianos “tradicionalistas” generalmente son hostiles a ella. Ellos afirman que quienes estudian a Q se esfuerzan en disminuir el estatus de Jesús, la paz sea con él. En realidad, nos entusiasma aprender lo que él realmente dijo.
Q representa un reto importante para el cristianismo contemporáneo, no solo debido a que sugiere fuertemente que la imagen islámica de Jesús es históricamente correcta. El hecho de que Q confirma esencialmente la imagen que el Islam tiene de Jesús como un Profeta claramente humano, no ha sido, creo yo, ampliamente conocido por los cristianos de hoy día. Y debería serlo. Puesto que una revisión cuidadosa de las Escrituras, demuestra que Jesús de hecho llama a su gente hacia el Islam.
¡Jesús me trajo hacia el Islam!
Llegué al Islam, Alhamdulilah (todas las alabanzas son para Dios), después de tres décadas de insatisfacción continua con el cristianismo convencional. Aunque he leído muchas historias de conversión desde que abracé el Islam en marzo de 2003, no he encontrado muchas que citen los evangelios como un punto de entrada hacia el Sagrado Corán. Así fue como me ocurrió a mí.
Me entusiasmé por los evangelios a edad temprana —once— y los leí compulsivamente por cuenta propia, a pesar del hecho de que no vivía en un hogar cristiano. Aprendí pronto a mantener los asuntos religiosos para mí mismo.
Primeras preguntas
Durante gran parte de mi adolescencia estudié las Escrituras cristianas por mi propia cuenta. Aún tengo la Biblia King James roja que compré de niño; la nota de mi puño y letra en la primera página declara que en junio 26 de 1974 acepté a Jesús como mi salvador personal.
Cuando digo que leí las Escrituras compulsivamente, quiero decir que me sentía atraído por los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan como por un imán. Aquella vieja Biblia está llena de notas y subrayados míos en Salmos, Eclesiastés, Proverbios… Pero la mayoría de las notas y subrayados están en los evangelios. Sin embargo, intuía, incluso a edad temprana, que había algunos problemas internos con los textos que tanto amaba.
¿Quién alteró los evangelios?
Puedo recordar claramente cuando leí el relato en el capítulo 22 de Lucas, donde Jesús se separó de los discípulos, rezó y volvió para encontrarlos durmiendo. Me pregunté: ¿Quién pudo haberlo visto rezando, para luego relatar el incidente con el propósito de que fuera incluido en el Evangelio de Lucas? Hay otro pasaje en los evangelios (Marcos 13:14) donde Jesús supuestamente incluye las palabras “el que lea, que entienda” en uno de sus discursos hablados, lo que me pareció raro. Y hay otro lugar donde el autor del Nuevo Testamento les aseguró a los cristianos del primer siglo que su generación vería la segunda llegada del Mesías —un pasaje que encuentro difícil de encuadrar con la doctrina cristiana moderna. Estas y otras preguntas sobre el Nuevo Testamento me surgieron cuando aún era muy joven, antes de cumplir 15 años. ¿Alguien manipuló los evangelios? Y si fue así, ¿quién? ¿Y por qué?
Dejé mis preguntas para después, y decidí que el verdadero problema era que yo no era parte de una comunidad cristiana con una fe vigorosa.
Católico
A los 18, viajé a la universidad e ingresé a la Iglesia Católica Romana. En la universidad, conocí a una chica católica hermosa y compasiva que se convirtió en el gran amor y apoyo de mi vida; ella no era particularmente religiosa, pero apreciaba lo importantes que eran esos temas para mí, de modo que me apoyó en mis creencias. No le estoy haciendo mucha justicia a su aparentemente ilimitada fuente de fortaleza, apoyo y amor al resumir aquí el comienzo de nuestra relación en unas pocas frases.
Encuentro con un sacerdote
Le pregunté al sacerdote del campus —un hombre dulce y piadoso— acerca de parte del material de los evangelios que me daba problema, pero él se sintió incómodo y cambió el tema. En otra ocasión, recuerdo decirle que me había enfocado en el Evangelio de Juan puesto que ese Evangelio era —según pensaba yo entonces— un recuento de primera mano de los eventos en cuestión.
De nuevo, tartamudeó y cambió el tema, y no quiso discutir los méritos de un Evangelio sobre otro; simplemente insistió en que todos los cuatro eran importantes y que yo debía estudiarlos todos. Esta fue una conversación reveladora, y una que resultó ser de consecuencias decisivas.
¿Cristianismo o paulismo?
Bien, esta no es la historia de mi vida sino el relato de mi conversión, así que voy a obviar muchos eventos importantes. Aquel dulce sacerdote del campus eventualmente nos casó a mi novia y a mí, y nos establecimos en los suburbios de Massachusetts. Nos hicimos profesionales y adultos. Tuvimos tres hermosos niños. Y continué leyendo y releyendo la Biblia. Como siempre, me sentía atraído por los dichos sobre la lámpara y el ojo, el hijo pródigo, las bienaventuranzas, la importancia de la oración, y muchos otros; pero seguía teniendo problemas intelectuales serios con la “arquitectura” circundante del Nuevo Testamento, particularmente con el apóstol Pablo. El hecho de que Pablo al parecer jamás construyó un argumento teológico alrededor de nada que Jesús realmente haya dicho era un problema muy, muy grande para mí.
A mediados de la década de 1990, mi esposa y yo nos distanciamos profundamente de la Iglesia Católica, en parte por un sacerdote realmente terrible que le daba muy poca atención a las necesidades espirituales de su comunidad. ¡Luego nos enteramos de que él había estado encubriendo a un abusador de niños!
Protestante
Creí necesario sumergirme en una comunidad de fe. Me uní a una denominación protestante local, una iglesia congregacional, y me hice activo.
Así que llevé las clases para niños en la escuela dominical, y dicté clases breves a los adultos sobre las parábolas de los evangelios. En las clases para niños de la escuela dominical me apegué al currículo que me habían dado, pero en la clase para adultos traté de desafiar a los participantes a confrontar ciertas parábolas directamente, sin filtrar todo a través del apóstol Pablo. Tuvimos discusiones interesantes, pero recibí cierta resistencia, y no volví a enseñar en la clase para adultos. Eventualmente, mi esposa se unió a mi iglesia (ella sigue siendo miembro hoy día).
Para ese momento, había sido afectado profundamente por la intersección evidente de la tradición mística cristiana y la de los sufís y los budistas zen. Incluso escribí sobre esos temas. Pero parecía que nadie en mi iglesia compartía mi entusiasmo por ellos.
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Enfocándome en los dichos del Evangelio
En particular, estaba interesado en la investigación hecha que indicaba que los estratos más antiguos de los Evangelios reflejaban una fuente oral muy temprana conocida como Q, y que cada uno de los dichos individuales de Jesús, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, necesitaban ser evaluados por sus propios méritos, y no como parte del material narrativo que los rodeaba.
Esto debido a que ese material narrativo fue agregado muchos años después.
¿El relato de un testigo?
De hecho, mientras más investigaba sobre este tema, más me encontraba pensando acerca de esa conversación que tuve con mi sacerdote sobre el Evangelio de Juan. Me di cuenta de que lo que él no había querido o no había sido capaz de decirme, era que el autor o autores del Evangelio de Juan habían estado mintiendo. Este no era realmente el relato de un testigo ocular, como afirmaba serlo.
Yo estaba en una situación extraña. Sin duda, disfrutaba de la congregación de cristianos en mi iglesia, que eran personas comprometidas y orantes. Ser parte de una comunidad religiosa era importante para mí. Sin embargo, tenía profundas dudas intelectuales, acerca de la supuesta historicidad de las narraciones de los evangelios. Es más, yo estaba, cada vez más, obteniendo un mensaje diferente de los dichos de Jesús en los evangelios, del que mis compañeros cristianos aparentemente habían recibido.
Peleando con la doctrina de la Trinidad
Mientras más miraba estos dichos, más imposible se me hacía reconciliar la noción de la Trinidad con lo que me parecía más auténtico de los evangelios. Me encontré cara a cara con algunas preguntas difíciles:
¿Dónde en los evangelios dijo Jesús la palabra “Trinidad”?
Si Jesús era Dios, como afirma la doctrina de la Trinidad, ¿por qué adoraba a Dios?
Y: si Jesús era Dios, ¿por qué se le ocurriría decir algo como esto?:
“¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios”. (Marcos 10:18)
¿Acaso olvidó de algún modo que él mismo era Dios cuando dijo esto?
(Nota al margen: Tuve una discusión con una mujer que me aseguró que este pasaje no estaba realmente en los evangelios, y se negó a creer que allí aparece, hasta que le di el número de capítulo y versículo, y ella lo vio por sí misma.)
El Sagrado Corán
En noviembre de 2002, comencé a leer una traducción del Corán.
Nunca antes había leído una traducción al inglés del texto completo del Corán. Solo había leído resúmenes del Corán escritos por no musulmanes –y eran resúmenes muy engañosos, por cierto–.
Las palabras no pueden describir adecuadamente el efecto extraordinario que este libro tuvo en mí. Baste decir que el mismo magnetismo que me atrajo hacia los Evangelios a la edad de once años, estaba presente en una forma nueva y profundamente urgente. Este libro me hablaba, tal como podría decir que me había hablado Jesús, acerca de temas de interés fundamental.
Guía autorizada
El Corán me ofrecía guía autorizada y respuestas convincentes a las preguntas que había estado formulando por años respecto a los evangelios.
“No es concebible que una persona a quien Dios concede el Libro, la sabiduría y la profecía, diga a la gente: “Ríndanme culto a mí, no a Dios”; [una persona así] dirá: “Sean gente de Dios ilustrados en su religión, que [practican y] enseñan el Libro tal como lo han aprendido”. Tampoco les ordenaría que tomen como dioses a los ángeles y a los Profetas. ¿Acaso iba a ordenarles que fueran incrédulos siendo ustedes creyentes monoteístas?” (Corán 3:79-80)
El Corán me atrajo a su mensaje porque confirmó de manera poderosa los dichos de Jesús que yo sentía en mi corazón que eran auténticos. Algo había sido cambiado en los evangelios, y ese algo, lo sabía en mi corazón, había quedado intacto en el texto del Corán.
Semejanzas sorprendentes
A continuación, encontrarás apenas unos pocos ejemplos de las semejanzas que hicieron a mi corazón dócil a la adoración de Dios. Cada versículo del Evangelio proviene del texto reconstruido conocido como Q: un texto que los eruditos de hoy día creen que representa el estrato sobreviviente más antiguo de las enseñanzas del Mesías. Nota cuán parecido es este material al mensaje coránico.
Q está de acuerdo con el Corán en respecto a Tawhid (Monoteísmo)
En Q, Jesús confirma, sin lugar a dudas, un monoteísmo estricto.
“Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás”. (Lucas 4:8)
Compara:
“¿Acaso no tomaron un compromiso conmigo, ¡oh, hijos de Adán!, de no obedecer ni adorar a Satanás, que es un enemigo declarado para ustedes, y de que Me adorarían [solo a Mí]? Este es el sendero recto [que debían seguir]”. (Corán 36:60-61)
Q está de acuerdo con el Corán respecto al Aqaba (el camino del esfuerzo)
Q identifica al Camino Recto como a menudo difícil, un camino que los incrédulos prefieren no seguir.
“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta, y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta, y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran”. (Mateo 7:13-14)
Compara:
“A los que niegan la verdad los seduce la vida mundanal, y [por eso] se burlan de [la pobreza de] los creyentes; pero los que temen a Dios [en este mundo] estarán sobre ellos el Día de la Resurrección…”. (Corán 2:212)
“¿Y qué te hará comprender lo que es el camino del esfuerzo? Es liberar [al esclavo] de la esclavitud y dar alimentos en días de hambre al pariente huérfano, o al pobre hundido en la miseria. Y ser, además, de los creyentes que se aconsejan mutuamente ser perseverantes [en el camino del esfuerzo y de la fe] y ser misericordiosos [con el prójimo]”. (Corán 90:12-17)
Q está de acuerdo con el Corán respecto al Taqwa (temor de Dios)
Q nos advierte que debemos temer solo el juicio de Dios.
“A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más. Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al Infierno. Sí, les aseguro que a Él deben temerle”. (Lucas 12:4-5)
Compara:
“A Él pertenece cuanto hay en los cielos y en la Tierra. Solamente a Él se debe adorar. ¿Acaso van a temer a otro que no sea Dios?” (Corán 16:52)
Q está de acuerdo con el Corán respecto a las trampas de la Dunia(la vida terrenal)
En Q, Jesús advierte claramente a la humanidad que las ventajas y los placeres terrenales no deben ser el objetivo de nuestras vidas:
“Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo!” (Lucas 6:24)
Compara:
“El afán de tener más y más los domina hasta que la muerte los sorprenda y entren en la tumba. ¡No deberían comportarse así! Ya se van a enterar [que obrar para la otra vida es superior]. Una vez más: ¡No deberían comportarse así! Ya se van a enterar [que obrar para la otra vida es superior]. Si hubieran sabido con certeza [el castigo de quienes consumen su vida en el afán de tener más y más, habrían cambiado el rumbo de sus vidas]. Habrán de ver el fuego del Infierno, y lo verán con los ojos de la certeza. Luego, ese día [del Juicio] se les preguntará por cada bendición que recibieron [durante la vida mundanal]”. (Corán 102:1-8)
Q advierte a los seres humanos que no asuman que tienen asegurada la entrada al Paraíso
Ten en cuenta también las siguientes palabras escalofriantes del Mesías, que deberían (!) hacer humilde a todo corazón, erradicar toda forma de arrogancia en asuntos espirituales, y silenciar todo ataque contra un compañero monoteísta:
“Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes”. (Mateo 8:11-12)
Obviamente, esta es una enseñanza importante a ser tenida en cuenta por parte de toda persona de buena voluntad… y para que la graben en su memoria.
¡Q no dice nada sobre crucifixión o sacrificio!
Hemos visto cómo los versículos históricamente más antiguos –los versículos Q— se asemejan a las principales enseñanzas del Corán. También es digno de mención el hecho de que Q no enseña nada en absoluto sobre la crucifixión, ni de la naturaleza sacrificial de la misión de Jesús… ¡una omisión interesante en verdad!
Nos quedamos entonces con un Evangelio increíblemente antiguo —un Evangelio que los eruditos (no musulmanes) creen que es el más cercano históricamente a Jesús—, un Evangelio que tiene las siguientes características:
Está de acuerdo con el estricto mensaje coránico de la Unidad y Unicidad de Dios.
Está de acuerdo con el mensaje coránico de la salvación o la condena en el más allá, con base en nuestras obras terrenales.
Está de acuerdo con la advertencia coránica de que no nos dejemos engañar por la Dunia, las atracciones y los placeres de la vida mundanal.
Y…
Una AUSENCIA completa de cualquier referencia a la muerte de Cristo en la cruz, la resurrección o el sacrificio por la humanidad.
Este es el Evangelio que los eruditos no musulmanes más avanzados de hoy día han identificado para nosotros… y este Evangelio nos está señalando, si solo lo escuchamos, ¡precisamente en la misma dirección que el Corán!
Mis queridos hermanos y hermanas cristianos, les ruego que se pregunten a ustedes mismos en oración, buscando la guía de Dios Todopoderoso para hallar la respuesta: ¿Es posible que esto sea solo coincidencia?
¡Difunde la Palabra!
Me hice musulmán el 20 de marzo de 2003. Me resulta obvio que debo compartir este mensaje con tantos cristianos reflexivos como me sea posible.
Source: https://www.islamland.com/esp/articles/brandon-toropov-excristiano-estados-unidos