(parte 1 de 2): De la esclavitud a la libertad
«Yo estuve presente…. cuando Muhammad, el Mensajero de Dios, caminó por la Tierra. Escuché lo que dijo y vi lo que hizo…». Así comienza un libro basado en la vida de uno de los compañeros más cercanos del Profeta Muhammad: Bilal Ibn Rabah.
Bilal era un esclavo negro, casi seguramente hijo de esclavos, y se cree que era de Abisinia (la actual Etiopía). Habiendo nacido en la servidumbre, probablemente nunca esperó que la vida le ofreciera algo distinto a trabajo duro, dolor y jornadas extenuantes. Sin embargo, Bilal vivió en una época trascendental. Era esclavo en la ciudad de La Meca cuando un hombre iletrado comenzó a llamar a la gente a adorar a Dios. Este hombre era Muhammad, el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y su mensaje era para toda la humanidad.
Cuando una persona es pobre o indigente, está hambrienta o temerosa, o golpeada y magullada, un mensaje imbuido de los conceptos de misericordia, perdón y justicia, es muy atractivo. Los menos favorecidos fueron la clase de gente que afluyó al lado del Profeta Muhammad, impacientes por hallar alivio en sus palabras y sus obras. Bilal, posiblemente el primer africano en convertirse al Islam, aceptó el menaje con todo su corazón. La vida para Bilal estaba a punto de empeorar significativamente. Como un náufrago sosteniendo la cuerda que lo llevará a la seguridad, Bilal se aferró a las palabras del Dios Único y eso fue esencial para que salvara su vida.
Bilal escuchó el mensaje de Muhammad, de que Dios es Uno, el Todopoderoso, el Más Misericordioso, pero también escuchó las palabras de su amo. Umayya Ibn Jalaf, un mecano rico, estaba preocupado de que su medio de sustento, que giraba alrededor de la adoración de los ídolos, se viera interrumpido por el mensaje de Muhammad. Habló con los demás afectados acerca de los cambios para el paisaje político y religioso de La Meca, diciéndoles: «Muhammad nunca fue un mentiroso, un mago ni un loco, pero tenemos que describirlo así hasta que alejemos de él a quienes corren hacia su religión».
Según el biógrafo Ibn Ishaq y otros[1], Bilal sufrió terriblemente por su aceptación inmediata del mensaje de Muhammad. Se dice que lo golpearon sin misericordia, lo arrastraron por las calles y colinas de La Meca amarrado del cuello, y lo sometieron a largos períodos sin alimento ni agua. Está registrado que su amo, Umayya Ibn Jalaf, «lo sacó en el momento más caliente del día y lo lanzó sobre su espalda en el valle abierto, luego le puso una gran roca sobre su pecho y le dijo: ‘Te quedarás aquí hasta que mueras o reniegues de Muhammad y adores a Al-Lat y Al Uzza’»[2]. Bilal no renunció al Islam, y en medio de su sufrimiento, solo pronunciaba repetidamente una única palabra: Áhad (queriendo decir Un Dios)[3].
Las noticias del esclavo que gritó «¡Dios es Uno!» incluso en medio de la tortura, alcanzaron pronto al Profeta Muhammad y sus compañeros. Abu Baker, el amigo más cercano del Profeta Muhammad, un comerciante rico, igual en estatus a Umayya, fue enviado a investigar. Encontró el campo abierto donde Bilal estaba siendo torturado por diversión. Abu Baker no perdió los estribos, ya que no era ese su estilo, pero protestó contra los torturadores. Le dijo a Umayya: «¿Es que no temes a Dios por tratar así a este hombre?» Él contestó diciendo: «¡Tú eres el que lo corrompió, así que sálvalo de su aprieto!» Abu Baker dijo: «Entonces véndemelo; dime, ¿cuál es tu precio?» Umaya era un hombre de negocios y no podía dejar de obtener una ganancia, así que vendió a Bilal por un buen precio. Para humillar a Bilal, agregó: «Te lo habría vendido aunque me hubieras ofrecido solo un gramo de oro». Abu Baker respondió: «Te lo habría comprado aunque me hubieras pedido cien gramos».
Bilal fue cuidado y atendido hasta que recuperó la salud. Después de su recuperación fue llevado con el Profeta Muhammad, y permaneció a su lado dando apoyo y llamando a los demás al Islam. En la época del Profeta Muhammad la esclavitud existía en todo el mundo como una institución firmemente arraigada. Las leyes del Islam procuraron emancipar a los esclavos; Dios menciona en el Corán que la expiación para muchos pecados es liberar a un esclavo, y esto es considerado un acto piadoso.
Bilal amó estar en la compañía del Profeta Muhammad y se hizo excepcionalmente cercano a él. Varias tradiciones mencionan a Bilal teniendo el honor de despertar al Profeta cada mañana y pasar el mayor tiempo posible en su compañía. La historia de Bilal a menudo se utiliza para demostrar la importancia del pluralismo y la igualdad racial en el Islam. Más importante aún, su historia es un ejemplo de que la medida del hombre es la piedad y no la raza, la etnia ni el estatus social.
En la segunda parte conoceremos más acerca de Bilal, la migración musulmana a Medina, y el gran honor que le fue otorgado a Bilal, el liberto de Abisinia.
Pie de página:
[1] Ibn Hisham y Talqih Fuham Alil Athar, p. 61.
[2] Ídolos adorados por la gente de La Meca.
[3] La palabra árabe Áhad es utilizada en lugar de la española uno o de la árabe wahad debido a su significado: no se refiere al numeral sino a Un Dios.
(parte 2 de 2): El primer almuecín del Islam
La aceptación del Islam por parte de Bilal Ibn Rabah es una historia poderosa que involucra esclavitud, conversión, tortura y rescate. Toca aspectos del racismo, es una lección sobre el pluralismo, y nos enseña que la piedad es la única medida del valor de una persona. La historia de Bilal es también la historia del Adhan o el llamado a la oración, pues Bilal fue el primer almuecín del Islam[1].
Uno de los símbolos más conmovedores del Islam alrededor del mundo, es la llamada melodiosa a la oración. Su sonido sublime resuena a través de ciudades y valles, en playas y en campos fértiles, así como en desiertos. Una vez se lo escucha, el Adhan nunca es olvidado, y mucha gente ha entrado a la religión del Islam solo por escuchar este conmovedor sonido. Adhan, que significa «anuncio», es mencionado solo una vez en el Corán, y sin embargo es parte integral de la vida del musulmán.
Para los nacidos en el Islam, es a menudo el primer sonido que escuchan. Inmediatamente después de nacer, el padre o algún musulmán importante en la vida del niño, sostiene al recién nacido y susurra las palabras del Adhan en su oído derecho. El momento de la oración es anunciado cinco veces al día desde altos minaretes o desde relojes y computadores. Cuando un musulmán escucha elAdhan , comienza la preparación para la oración. Bilal, debido a su voz poderosa y hermosa, tuvo el honor de ser el primer hombre en el mundo en hacer el Adhan y llamar a los creyentes a la oración.
«¡Creyentes! Cuando sea realizado el llamado a la oración del día viernes, acudan al recuerdo de Dios y abandonen el comercio, es lo mejor para ustedes. ¡Si supieran!» (Corán 62:9)
En el año 622, el Profeta Muhammad, Bilal y la mayor parte de la comunidad emigraron a Medina. Fue allí que el Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) comenzó el trabajo de establecer la nación musulmana. Bilal estaba a su lado siempre que era posible, y un comentador dijo: «Cada evento en la vida de Muhammad fue un evento en la vida de Bilal»[2]. Se dice que Bilal era tan cercano al Profeta Muhammad que tenía el deber de despertarlo por las mañanas[3].
Según tradiciones auténticas, el Profeta Muhammad estaba preocupado y ansioso por hallar una forma de convocar a los musulmanes a la oración. Él quería algo que fuera único. Fue entonces que Abdullah Bin Zaid, uno de los compañeros, le informó al Profeta acerca de un sueño que tuvo.
«Se me apareció en un sueño un hombre que vestía dos piezas de ropa verde, en cuya mano sostenía una campana. Le dije: ‘¡Siervo de Dios!, ¿me venderías esa campana?’ Me dijo: ‘¿Qué harás con ella?’ Le dije: ‘Con ella llamaremos a la gente a la oración’. Me dijo: ‘¿Te puedo mostrar una mejor forma de hacerlo?’ Le dije: ‘Sí’. Entonces dijo: «Di: Al‑lahu Ákbar, Al‑lahu Ákbar…»[4].
¡Dios es el más grande! ¡Dios es el más grande! Atestiguo que no hay divinidad excepto Dios. Atestiguo que Muhammad es el Mensajero de Dios. ¡Vengan a la oración! ¡Vengan al triunfo! ¡Dios es el más grande! ¡Dios es el más grande! No hay divinidad sino solo Dios[5].
La tradición continúa así: «El Profeta Muhammad escuchó la descripción del sueño y dijo: ‘Ese es un sueño verdadero (es decir, un sueño enviado por Dios). Ve con Bilal y cuéntale lo que has visto, enséñale las palabras de modo que pueda hacer el llamado, porque él tiene una voz hermosa’. Así que fui con Bilal y le conté mi sueño, entonces él hizo el llamado a la oración. Umar Ibn Al Jattab escuchó el llamado mientras estaba en su casa y corrió arrastrando su capa tras él, diciendo: ‘Por Aquel que te envió con la verdad, Mensajero de Dios, he visto el mismo sueño’». El Profeta Muhammad quedó complacido y dijo: ‘Alabado sea Dios’»[6].
Durante la década posterior a la emigración, Bilal acompañó al Profeta Muhammad en todas sus expediciones militares y tenía el honor de llevar la lanza del Profeta. Luchó en la Batalla de Badr, y en la refriega mató a su antiguo amo, Umayya Ibn Jalaf. Bilal también estuvo presente en la batalla de Uhud y en la batalla de la trinchera[7].
La vida de Bilal después de su conversión al Islam contiene muchos momentos de gran alegría, sin embargo, su hora más feliz debió ser en 630 d. C., en una ocasión considerada como uno de los momentos más sagrados en la historia islámica. Después de que las fuerzas musulmanas conquistaron La Meca, Bilal ascendió a lo alto de la Kaaba, la Casa de Dios, para llamar a los creyentes a la oración. Fue la primera vez que el llamado a la oración fue escuchado dentro de la ciudad sagrada del Islam.
Después de la muerte del Profeta Muhammad, Bilal nunca se sintió el mismo otra vez. Un día después de la muerte del Profeta, Bilal fue a hacer el Adhanhabitual para la oración de la mañana. Mientras hacía el Adhan, se quebrantó en sollozos y gruesas lágrimas comenzaron a bañar sus mejillas. Logró terminar el resto del Adhan en voz baja. Después de eso, Bilal dejó de hacer el Adhan en Medina.
Los recuerdos de Medina eran muy dolorosos para él, así que se fue a otro lugar. Más tarde, después de su visita a Medina por invitación de los nietos del Profeta Muhammad, accedió a hacer el Adhan. Los viejos recuerdos revivieron desde lo profundo de su corazón, y aquellos que habían experimentado los días dorados con el Profeta Muhammad no pudieron contener las lágrimas.
Se cree que Bilal murió en Siria entre el 638 y el 642 d. C. El Imam As-Suiuti escribió en su libro Tarij Al Julafa: «Él (Bilal) murió en Damasco cuando tenía apenas sesenta años de edad». Otros opinan que murió en Medina. De lo que podemos estar seguros, es que su domicilio eterno será el Paraíso, pues el Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) llamó a Bilal «un hombre del Paraíso»[8].
Pie de página:
[1] Almuecín o almuédano, aquel que llama a los creyentes a la oración.
[2] H. A. L. Craig. www.alhamra.com/Excerpts/BilalExcerpt.htm
[3] Barry Hoberman.
www.saudiaramcoworld.com/issue/198304/the.first.muezzin.htm
[4] Áhmad, At-Tirmidhi, Abu Dawud e Ibnu Máyah.
[5] Traducción del Adhan al español.
[6] Áhmad, At-Tirmidhi, Abu Dawud e Ibnu Máyah
[7] H. A. L. Craig. www.alhamra.com/Excerpts/BilalExcerpt.htm
[8] Sahih Múslim.
Source: https://www.islamland.com/esp/articles/bilal-ibn-rabah–